jueves, 24 de noviembre de 2011

Estragos en río San juan

El Nuevo Diario, 24/11/11
www.end.com.ni

Las riberas del río San Juan, en un trayecto de 97 kilómetros, fueron parcialmente devastadas con la vía que paralela al torrente acuático está construyendo Costa Rica, en la parte que ubica como su zona Norte.

En ese curso del río, además de la tala de árboles, se observa la red de alcantarillado drenando en el San Juan, los bancos de sedimentos depositados en las riberas del río y bandadas de especies nativas desorientadas, entre ellas las lapas, tras ser alterado su hábitat.

Según los operarios de las empresas constructoras costarricenses y los finqueros ticos, la construcción de la carretera partió desde meses atrás en diferentes tramos, desde El Delta hasta Los Chiles, para un total de 130 kilómetros, en una jornada sin descanso, pues al atardecer del pasado sábado, tres patroles Caterpillar rompían el trayecto frente al Refugio Bartola, a las puertas de la imponente Reserva de Biosfera Indio Maíz, donde atraviesa el mojón ubicado de El Castillo, 3 millas inglesas abajo.

Desde allí la carretera sigue su curso y aún no se precisa el nivel de destrozos o posible violación a la soberanía nicaragüense que va dejando a su paso, por los mojones que aparentemente delimitan la frontera tico-nica hasta llegar a Los Chiles, dado que de acuerdo con las autoridades nicaragüenses, los gobiernos costarricenses se han negado al amojonamiento.

Daños donde pelean derechos de navegación
Pero precisamente desde y hasta donde el Laudo Cleveland (1,858) permite la navegación de los costarricenses, y ahora con “objeto de turismo”, y por lo que la vecina del Sur demandó a Nicaragua ante la Corte Interamericana de Justicia, CIJ en La Haya, la apertura de la carretera está dejando daños irreversibles al torrente acuático, a su ecosistema y biodiversidad.

En el recorrido realizado por EL NUEVO DIARIO observamos el despale de algunas zonas boscosas, ahora convertidas en banco de materiales, y es visible la carretera rasante en las riberas del San Juan, pudiendo apreciarse una corta distancia de unos 20 metros en algunos trayectos.

La vía tica cobra mayor distancia donde no pudieron bajar mucho los cerros, y precisamente entre Bartola, Aguas Frescas y El Sarnoso, la red de alcantarillado desagua en el río, lo que según presagian los lugareños, causaría contaminación, pues en la zona norte de Costa Rica usan químicos de la llamada lista roja en los cultivos de arroz, piña y ganadería.

Para la realización de la obra horizontal, también los constructores abrieron canales para el drenaje natural de las vertientes provenientes de las alturas, yendo a parar al San Juan.

En los tributarios del río San Juan, como Boca de San Carlos, Sarapiquí y el Delta, la obra tica contempla la construcción de puentes de mayor envergadura, mientras que en los caños que se desprenden del San Juan han colocado puentes de troncos de árboles aparentemente provisionales.

Los obreros de la construcción ticos que apenas descansan un poco en los planteles ubicados en los lugares poblaciones a orillas del río, dicen que “fuimos contratados, somos de diferentes empresas” y saben que la carretera será una autopista internacional que unirá a la Zona Norte de Costa Rica con Puerto Limón, donde se habla de un proyecto de puerto de aguas profundas.

Finqueros ticos alarmados
Los primeros en alarmarse fueron los finqueros ticos, quienes dicen estar pagando las consecuencias del conflicto limítrofe que se ventila en La Haya.

“Pagamos nuestros impuestos como la ley establece. Nos han partido las propiedades, destruido lar cercas, derribado el bosque y no podemos decir ni reclamar nada”, nos dijo un productor tico que no quiso revelar su nombre por temor a represalias.

“El Gobierno costarricense sí puede destruir y dice que es preservacionista. En Nicaragua se van a ver los daños que están causando al río que nos ha beneficiado a todos”, añadió.

Un cuidador de nidos de lapa verde, también tico, expresó que aún no precisan el sacrificio del hábitat de esa especie en peligro de extinción, y corresponde a la organización preservacionista, con sede en Costa Rica, realizar la evaluación, y confesó su preocupación porque “he visto algunas lapas como locas”.

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